podría albergar toda tu humanidad entre mi tórax y la pelvis.
si deshabitaras y reincidieras
serías capaz de abdicar la ínclita muerte
que penetró por mis múltiples bocas,
avanzando a cada paso
destilando occisos exprimidos, secos, mustios,
en las orillas.
insolente ingresó y violó el mayor silencio y con él
todo lo que mis partes de tus toques iban olvidando.
te fuiste por tanto tiempo que apenas es intuible que supe extrañarte
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