me leí en cada una de tus palabras, en cada fonema había un rasgo que me explicaba que vos sabías que siempre en esas calles habrían sedimentos de lo que yo ya había querido olvidar tan vehementemente en pos de frenar esa clase de carrera ridícula, restos de horas, de nada más que unos nosotros jóvenes atemporales e inocentes. cambió la estación y yo, aún deslizándome bajo los árboles de vez en cuando me acuerdo de que esa música, en este o aquel lugar, es tan vos, tan viaje, tan humo, tan noche. cambió la estación, y de a ratos espero algo, inmaculada de todos los signos que dejaste de pronunciar, porque sin, ya no soy más para un vos de lo que puedo inventarme que conjeturo. porque todo finaliza al decir que la relatividad está en cada segundo, inescapable, atenazante. regresas sólo en palabras, tan parcial. y nuestro lenguaje es libre, multívoco y negativo, definido.
inconscientemente, esto es sólo un.
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no se presionen.
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